Las algas
Las algas
A menudo malinterpretadas como simples plantas acuáticas, son en realidad una verdadera fuente de energía natural: las algas. Este superalimento, proveniente del agua, es rico en nutrientes esenciales como proteínas, vitaminas y minerales. Es una de las pocas fuentes vegetales de ácidos grasos omega-3, que normalmente se asocian con el aceite de pescado. Esta densidad nutricional convierte a las algas en un alimento ideal para quienes buscan una dieta equilibrada y saludable.
Pero no son solo las cualidades intrínsecas de las algas las que resultan atractivas; su versatilidad de procesamiento también es impresionante. Los extractos de algas se encuentran en la lista de ingredientes de productos cosméticos de alta calidad, donde se valoran por sus propiedades hidratantes y antioxidantes. En la industria alimentaria, las algas se utilizan como espesantes y estabilizantes, mientras que empresas emergentes innovadoras las investigan como base para envases biodegradables, un paso que podría ayudar a reducir la contaminación por plástico.
El papel de las algas en la producción de energía también es destacable. Diversos proyectos de investigación investigan la posibilidad de producir biocombustibles a partir de biomasa algal, lo que podría servir como fuente de energía renovable. Esta prometedora tecnología aún se encuentra en sus primeras etapas, pero demuestra el potencial de las algas para contribuir a la transición energética en el futuro.
Pero ¿por qué las algas siguen tan infravaloradas en algunas partes del mundo? Una de las razones podría ser su problema de imagen. A menudo se asocian con connotaciones negativas como suciedad y contaminación, debido principalmente a la ignorancia. La educación y la concienciación pueden ayudar a abordar este problema y a destacar su potencial como superalimento y recurso ecológico.
Para corregir esta imagen, necesitamos empezar a ver las algas desde una nueva perspectiva. En lugar de verlas como una molestia en la playa, deberíamos apreciarlas por lo que son: un recurso sostenible con enormes beneficios para nuestra salud y el medio ambiente. Es hora de que las algas reciban el reconocimiento culinario y ambiental que merecen también en nuestras latitudes. Por ello, en esta entrada del blog, exploraremos todos los beneficios nutricionales de esta fascinante planta.
Los diferentes tipos de algas
Las algas se encuentran en casi todas las aguas del mundo, exhiben una adaptabilidad impresionante y presentan una amplia variedad de formas, colores y tamaños. Desde el fitoplancton microscópico que forma la base de la red trófica acuática hasta los grandes bosques de algas que pueblan las costas, la diversidad de algas es casi infinita.
Básicamente, existen tres categorías principales de algas: algas verdes, algas rojas y algas pardas. Cada uno de estos grupos contiene miles de especies, muchas de las cuales son aptas para el consumo. Las algas verdes, como la conocida chlorella, son ricas en clorofila y tienen una fuerte presencia en sistemas de agua dulce. Las algas rojas, entre las que se incluyen las populares láminas de nori, son especialmente conocidas por sus colores intensos y vibrantes y se utilizan con frecuencia en la cocina asiática. Probablemente las conozcas como el envoltorio verde de un rollo de sushi. Las algas pardas, incluyendo las versátiles variedades de kelp, suelen ser la base de ensaladas de algas y otros platos.
Las algas comestibles ocupan un lugar destacado en las tradiciones culinarias de muchas culturas costeras. En Japón, por ejemplo, algas como el kombu, el wakame y el nori son componentes esenciales de la dieta diaria y se valoran por su sabor y sus propiedades beneficiosas para la salud. Las algas comestibles también están ganando popularidad en el mundo occidental. Se incorporan como un ingrediente rico en nutrientes en batidos, ensaladas e incluso productos horneados.
Los beneficios nutricionales de las algas son innegables. No solo aportan una amplia gama de nutrientes vitales, sino que también son una fuente sostenible de proteína vegetal que contribuye a mantener nuestra salud y la del planeta.
Las algas y sus nutrientes
El fascinante mundo de las algas ofrece una gran variedad de nutrientes que las convierten en un superalimento extraordinario. Cada especie de alga aporta beneficios únicos.
Comencemos con las algas verdes, en concreto la clorella y la espirulina. Estas especies de algas son conocidas por su alto contenido proteico, que incluye todos los aminoácidos esenciales, algo inusual en las fuentes vegetales. Estas proteínas son cruciales para la formación y reparación de tejidos en el cuerpo humano.
Las algas rojas, como el nori, que se utilizan a menudo en el sushi, son una excelente fuente de yodo. El yodo es esencial para la función tiroidea, que regula el metabolismo. Las algas rojas también contienen cantidades significativas de calcio, esencial para unos huesos y dientes fuertes.
Las algas pardas, incluyendo especies como el kelp, son ricas en ácido algínico, que actúa como fibra y facilita la digestión. También contienen fucoidan, un compuesto con propiedades antiinflamatorias e incluso anticancerígenas.
Pero son los ácidos grasos omega-3 presentes en todos los tipos de algas, especialmente el EPA y el DHA, los que destacan. Estos ácidos grasos son cruciales para la salud cardiovascular, ya que ayudan a reducir la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardíacas.
Las algas también son fuente de antioxidantes como las vitaminas C y E, así como betacaroteno, que protegen el organismo de los radicales libres dañinos. Estos antioxidantes ayudan a retrasar el envejecimiento y a fortalecer el sistema inmunitario.
Finalmente, minerales como el hierro, el magnesio y el zinc, presentes en las algas, desempeñan funciones esenciales en el cuerpo humano. El hierro es importante para la formación de la sangre, el magnesio participa en más de 300 reacciones bioquímicas en el organismo y el zinc desempeña un papel fundamental en el sistema inmunitario.
¿Cómo puedo aprovechar al máximo las algas?
Las algas no solo son una fuente de valiosos nutrientes, sino también un alimento culinario versátil. Sus usos son tan ricos como el propio mar.
El sushi clásico es una excelente manera de iniciarse en la cocina con algas, pero pueden ser mucho más que un simple envoltorio para rollitos de arroz. Se pueden usar en ensaladas, sopas, batidos e incluso como aperitivo. Las hojuelas de algas secas se pueden añadir a diversos platos como condimento, lo que les confiere un sabor salado y rico en umami que combina especialmente bien con platos de arroz y fideos.
Otra opción es utilizar polvo de algas, que se puede mezclar fácilmente con batidos o salsas y ofrece una forma rápida de darle un impulso nutricional a los platos.
Aquí tienes dos recetas sencillas que puedes probar en casa:

Preparación:
- Comience remojando el alga wakame seca en agua tibia durante unos 20 minutos. Asegúrese de que esté completamente cubierta y remueva si es necesario para asegurar una expansión uniforme.
- Mientras las algas se remojan, puedes preparar el aderezo. En un tazón pequeño, mezcla la salsa de soya, el aceite de sésamo, el vinagre de arroz y el azúcar. Revuelve bien estos ingredientes hasta que el azúcar se disuelva.
- Después de que las algas hayan tenido tiempo de hincharse, escúrralas y enjuáguelas con agua fría corriente. Esto ayuda a eliminar el exceso de sal y refrescarlas.
- Exprime suavemente el agua de las algas y luego córtalas en trozos del tamaño de un bocado.
- Coloque las algas picadas en un tazón mediano y vierta el aderezo preparado sobre ellas. Mezcle bien para que las algas queden bien cubiertas.
- Deje reposar la ensalada unos minutos para que se desarrollen los sabores.
- Justo antes de servir, espolvoree semillas de sésamo y cebolletas finamente picadas sobre la ensalada a modo de guarnición.

- Comience con el kombu agregándolo a una olla grande con 4 tazas de agua. Hiérvalo lentamente. Es importante calentar el kombu lentamente para que libere sus sabores.
- Una vez que el agua hierva, retira el kombu. Esto evita que la sopa amargue.
- Disuelva la pasta de miso en un poco de agua caliente. Esto facilita la incorporación de la pasta a la sopa sin grumos.
- Añade la pasta de miso disuelta al agua en la olla y revuelve bien.
- Ahora puedes añadir el tofu y los hongos shiitake. Cocina la sopa a fuego lento para que los sabores se desarrollen sin dejar que la pasta de miso hierva, ya que esto puede afectar sus propiedades probióticas.
- Añade las cebolletas cortadas en rodajas justo antes de servir para mantenerlas crujientes.
- Sirva la sopa caliente y disfrute de las propiedades cálidas y ricas en nutrientes de la sopa de miso.
