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¿Qué tan conscientemente vives?

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¿Qué tan conscientemente vives?

Todos sabemos que proteger el medio ambiente nos afecta a todos. Cada decisión de compra que tomamos —cada camiseta, cada pieza de carne, incluso el agua que compramos— afecta nuestra huella ecológica y, en consecuencia, la salud de nuestro planeta.
Es nuestra propia responsabilidad dar un paso atrás de vez en cuando y preguntarnos: “¿Es realmente necesario?” 
¿De verdad necesito el último modelo de celular cuando mi viejo todavía funciona de maravilla? ¿O es realmente necesario comprar ropa nueva constantemente solo para estar a la última moda, aunque mi armario ya esté a rebosar? En la mayoría de los casos, la respuesta es bastante simple: "No". Pero, por desgracia, la práctica no es tan sencilla como la teoría.

A veces nos falta la conciencia de lo perjudicial de nuestro consumo, y a veces la disciplina para aferrarnos a este "no". Por eso, en este artículo, analicemos colectivamente nuestras decisiones de consumo y concienticemos, lo cual beneficiará no solo a tu bolsillo, sino también a ti y, en última instancia, a nuestro planeta.


La huella ecológica

Un concepto que nos ayuda a comprender el profundo impacto de nuestro consumo en el medio ambiente es la huella ecológica. Muestra cuántos recursos naturales consumimos y cuántos residuos producimos. También nos permite calcular el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra. Indica en qué momento del año hemos consumido tantos recursos que nuestro consumo se está convirtiendo en una carga para las generaciones futuras.



En Alemania, por ejemplo, el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra de 2024 se ha calculado para el 2 de mayo. Si todos los habitantes de la Tierra consumieran tanto como en Alemania, necesitaríamos aproximadamente dos planetas Tierra para cubrir nuestro consumo con los recursos disponibles. Sé que suena alarmantemente alto, e incluso un poco increíble, pero si consideramos el uso intensivo de recursos que hacemos en diversas áreas, todo se aclara.

Tomemos como ejemplo la compra de un nuevo teléfono inteligente. Este producto requiere energía no solo para su uso, sino también para su producción y transporte. Desde los metales preciosos que contiene hasta el plástico de la carcasa, todos estos materiales deben extraerse, procesarse y transportarse, lo que a su vez consume agua y energía, además de generar emisiones de CO2. Lo mismo ocurre con la ropa: la producción de una sola camiseta de algodón puede consumir hasta 2700 litros de agua, sin contar los fertilizantes químicos y pesticidas que se utilizan en la agricultura para cultivar el algodón necesario.

Pequeñas decisiones, gran impacto

Pero ¿cómo podemos controlar esta abrumadora cantidad de datos y realmente marcar la diferencia? Todo empieza con pequeñas decisiones. Al comprar productos usados, por ejemplo, contribuimos a ralentizar el ciclo de consumo de recursos y a reducir la presión sobre los recursos naturales. Comprar un teléfono usado implica producir menos dispositivos nuevos, lo que a su vez reduce la demanda de materias primas y genera menos residuos.

Evitar compras innecesarias y ser más consciente de tus propias decisiones de compra también puede marcar una gran diferencia. No se trata de prescindir constantemente de algo o restringirte demasiado. Simplemente decidir no comprar una camiseta nueva cuyo color te guste, pero que en realidad no necesitas, es un gran paso en la dirección correcta.

Lo mejor es empezar por reflexionar detenidamente sobre tus decisiones de compra. Esto no solo ayuda al medio ambiente, sino que en muchos casos también te ahorra dinero. A menudo te darás cuenta de que las compras impulsivas son muy pasajeras, y si te tomas el tiempo de pensarlo con calma, lo más probable es que decidas no hacer una o dos compras impulsivas. 

Si, después de pensarlo mucho, sigues convencido de que quieres comprar el producto, adelante. Pero también podría valer la pena considerar si un artículo usado podría tener el mismo efecto que uno nuevo. 

Como se mencionó al principio, de esta manera se conservan los recursos utilizados en la producción, se contrarresta la sobreproducción y se evita que un producto completamente funcional se convierta en desperdicio. Además, los productos usados ​​suelen ser considerablemente más baratos, lo que los convierte en una buena opción desde una perspectiva económica.


Nuestras devoluciones

Independientemente de si su decisión de compra involucra un producto VITORI® o algo completamente diferente, asegúrese de tomarse el tiempo para sopesar los pros y los contras de su decisión de compra personal y también considere factores como el impacto en nuestro planeta. 

Para facilitarte tu decisión, al menos en lo que respecta a VITORI®, hemos resumido para ti las ventajas de nuestras devoluciones o B-stock.